DESARROLLO DE LA NOBLEZA MEDIEVAL EN GALICIA.
En el mundo romano tardoimperial se usaba la palabra nobile para referirse al miembro de la aristocracia que gozaba de antepasados consulares (1).
Los visigodos, cuya aristocracia se basaba en la sangre aun más que en el mundo romano, distinguían entre la condición de nobile, que se adquiría por nacimiento, de la de potentior, que se basaba en la riqueza (2).
El desastre de Guadalete (año 711) hizo saltar en pedazos el sistema político visigodo, aunque un pequeño grupo de resistentes en el norte de la Península Ibérica procuró restablecerlo sobre unas premisas, en principio, diferentes (3). Los menos adaptados a las costumbres musulmanas encontraron en Pelayo al líder que necesitaban para sentirse fuertes frente al poderoso enemigo africano. La victoria en Covadonga (hacia el año 722) supuso el estímulo necesario para mantener la esperanza. Los antiguos nobles visigodos, acostumbrados al mando organizativo, mantuvieron su superioridad frente a los campesinos libres y siervos: al mando de todos ellos estaba Pelayo, que fue nombrado Rey. Cuando falleció (año 737) fue sucedido por su hijo Favila (737-739) y a éste le sucedió Alfonso I (739-757), que era hijo del duque de Cantabria.
La nostalgia de costumbres visigodas empujó a muchos habitantes del sur a desplazarse al norte por lo que el incipiente reino Astur aumentó su población y permitió su expansión: Alfonso I aprovechó la guerra civil entre árabes y beréberes del año 741 para entrar sin resistencia en Lugo y de ahí a toda Galicia.
La llegada a Galicia de cristianos mozárabes fugitivos de las tierras dominadas por los musulmanes y de pobladores procedentes de Asturias, marcó el comienzo del cambio hacia una sociedad plenamente feudalizada (4). Las necesidades organizativas variaron: para cada territorio reconquistado se requería la presencia de un magnate de confianza del Rey en quien delegar parte de las funciones administrativas. Se comenzó, entonces, a relacionar cada espacio a un magnate y su linaje (5). Al dirigente que se hacía cargo de cada territorio se le conocía como commes ciutatis, término ya generalizado desde los tiempos de Leovigildo, y al territorio se denominaba comitatus, es decir, condado (6).
Los receptores de esas concesiones ejercieron la función pública de regirlos y administrarlos asumiendo, como representantes de la autoridad regia, todos los derechos o rendimientos que de ella se obtuvieran. Este tipo de concesiones tuvieron un claro carácter temporal y amovible, por lo que podían ser revocadas en cualquier momento por el monarca concedente, aunque a lo largo del siglo XII fue cada vez más acusada la tendencia a perpetuarlas, cuando no a convertirlas en hereditarias (7).
Datos de:
1.- TORRES SEVILLA-QUIÑONES DE LEÓN, Margarita: Linajes Nobiliarios en León y Castilla (Siglos IX-XIII). Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. 1999. Página 40.
2.- Ídem página 404.
3.- Ídem página 414.
4.- JIMÉNEZ GÓMEZ, Santiago: Feudalismo. Gran Enciclopedia Gallega. Silverio Cañada editor. Santiago. 1984. T. 12. Pág. 244.
5.- TORRES SEVILLA-QUIÑONES DE LEÓN, Margarita: Linajes Nobiliarios en León y Castilla (Siglos IX-XIII). Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. 1999. Página 416.
6.- Ídem páginas 456 y 457.
7.- PARDO DE GUEVARA, Eduardo: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Pág. 59.