EL CONDE DE TRABA, EL OBISPO GELMÍREZ Y ALFONSO VII
Cuando Raimundo de Borgoña fue proclamado Conde de Galicia (año 1090), eligió como canciller y secretario de la curia a Diego Gelmírez, que ya era canónigo de la catedral de Santiago. Diez años más tarde (año 1100) fue elegido obispo de Compostela y administrador del señorío jacobeo. Como buen feudal de la época, Gelmírez adjudicó los puestos más importantes a los familiares más cercanos: su hermano gemelo, Munio, ocupó el puesto de tesorero del Cabildo Catedralicio y fue tenente de los castillos del Oeste y A Lanzada y jefe del ejército de la Tierra de Santiago (princeps militie); su otro hermano, Gundesindo, se encargó del gobierno de la ciudad de Santiago, que ejercía como merino o juez superior; otro de los hermanos, Juan, fue Canónigo de la Catedral y su sobrino Pedro fue Deán del Cabildo (1).
A principios de 1112 se alcanzó un inestable acuerdo gracias al cual, y al pago del rescate, el Conde de Traba fue liberado (2): Urraca contaba con el apoyo de Pedro Ansúrez, Suero Vermúdez, Pedro González de Lara, Diego López de Haro y Fernando García de Hita, es decir, los principales dominantes de la parte occidental del reino (3). Por su parte, Alfonso I controlaba La Rioja y el sector oriental castellano con plazas tan destacadas como Toledo, Castrojeriz, Carrión y Burgos (3).
En los meses siguientes (abril y mayo de 1112) se pudo disfrutar de suficiente calma como para que se conserven documentos gallegos en los que aparece Pedro Fróilaz de Traba confirmando donaciones de la reina Urraca. El de Traba aparece como Petrus Froilaz, comes in Gallecia, conf. (4).
VICTORIAS EN ATAPUERCA, BURGOS Y BERLANGA.
Otro periodo de paz permitió a Pedro Fróilaz de Traba acompañar a la reina confirmando los documentos. Aparece, al menos, en junio de 1114, marzo y mayo de 1116… (5)
Entre tanto, Alfonso Raimúndez iba creciendo y muchos, por razones políticas o por pura misoginia (6), estaban deseando que sustituyera a su madre en el reinado. El desencadenante en Galicia fue, en opinión de López Sangil, el pronunciamiento que hizo la reina Urraca a favor de los monjes del Monasterio de Carboeiro en el conflicto que mantenían con los canónigos de Santiago y su obispo por la heredad de Palacios del Rey en el verano de 1116. La decisión de la reina provocaría una revuelta en Santiago que se convirtió en un duro enfrentamiento entre los defensores de Urraca y los de su hijo Alfonso (7). Otros autores, sin embargo, apuntan al descontento de la burguesía de la ciudad de Santiago como motivo principal de las revueltas de los años 1116 y 1117 (8).
El caso es que el príncipe y el Conde de Traba, que se encontraban protegiendo la frontera sur contra musulmanes, volvieron a Santiago en cuanto les llegaron las noticias de allí. Según la Historia Compostelana el pueblo los aclamaba y alababa cuando entraron, a principios de 1117 por la Puerta Fajera acompañados del obispo Gelmírez (5). Llegaron a la catedral y allí se proclamó la toma de posesión del reino de Galicia en ceremonia solemne (5).
Pese a la retirada de Urraca aun continuaron los conflictos entre ambos bandos unas semanas más (5). Finalmente, en mayo de 1117, los gallegos enviaron una legación a León compuesta por Fernando Pérez de Traba y Gutierre Bermúdez, hijo y yerno de Pedro Fróilaz (9). Por parte de Urraca se presentaron los obispos de León, Astorga, Oviedo, Mondoñedo, el prelado mozárabe de Granada y una limitada representación de la nobleza laica compuesta por Pedro González de Lara (valido y amante de la reina), Munio Peláez (Conde de Monterroso y yerno del conde de Traba) y Suero Bermúdez, por entonces Conde de Astorga (10).
Se llegó a un acuerdo, conocido como el Tratado del Tambre, en el que se acordó que:
1º) Madre e hijo juran alianza que implica la defensa y amparo mutuo;
2º) Alfonso Raimúndez es reconocido como único heredero de la reina;
3º) Se procede a la partición del reino: Alfonso se encarga de Toledo y Extremadura con completa soberanía e independencia; del resto, será la reina Urraca hasta el día de su muerte.
Este Tratado alejaba a Alfonso Raimúndez de Galicia al menos hasta la muerte de Urraca. La reina quiso hacer valer su poder en Galicia y, por ello, viajó a Santiago en junio de 1117 (11). Venía acompañada de Gelmírez, Fernando Pérez de Traba y Gutierre Bermúdez (12). Al llegar se encontraron con que los burgueses habían constituido una Hermandad y habían destituido a Gundesindo, hermano del obispo, acusado de haber sido demasiado duro y exigente al haber aplicado numerosas sentencias de muerte en su función de merino y murió acuchillado. La reina y el obispo fueron atacados salvajemente pero lograron huir con mucha dificultad (11). La nobleza gallega, entre los que estaba el Conde de Traba (12), acudió en su auxilio y forzó la rendición de los burgueses: la Hermandad se disolvió y sus componentes fueron expulsados de la ciudad y privados de sus heredades y beneficios; se renovó la fidelidad al obispo y el reconocimiento de la soberanía de la reina (11).
En noviembre de 1117 se proclamó Alfonso Raimúndez rey en Toledo (desde entonces Alfonso VII). En la ceremonia solemne estuvo presente Pedro Fróilaz de Traba (12).
5.- LÓPEZ SANGIL, páginas 32-36.
6.- Una de las fuentes que más han usado los autores que abordan la vida de la reina Urraca es, y ha sido, la Historia Compostelana, cuya elaboración se debe al obispo Gelmírez (por mandato de Diego II), por lo que ofrece una visión parcial y subjetiva. En dicho escrito se evidencia la clara enemistad que había entre el obispo y la reina a la que describe como “débil para gobernar en paz y justicia”, “ánimo mujeril”, “insaciable voracidad”…
Algunos autores actuales continúan en esa línea calificando las declaraciones de la reina como “falsas de toda falsedad”. Véase GARCÍA-OSUNA Y RODRÍGUEZ, José Mª Manuel: El rey Alfonso VII “El Emperador” de León. Anuario Brigantino. Nº 35. Betanzos, 2012. (Pincha aquí para verlo en PDF). Página 102.
Otros, en cambio, opinan que si Urraca no escapó de las malas lenguas fue por su condición femenina y su retrato es poco favorable y conforme a los patrones imagísticos/topoi a los que fueron sometidos retratos de muchas otras reinas y condesas. Véase DZIALAK, Anna: La reina desvelada – de la Historia Compostelana a La Reina Urraca de Ángeles de Irisarri. Uniwersytet Warszawski. ZNUV 2015; 39. Página 26.