EL SECUESTRO DE ALONSO FONSECA: II CERCO DE SANTIAGO.
Una vez pacificado Santiago, el viejo Arzobispo Alonso Fonseca I, volvió a permutar la silla, como estaba acordado, con su sobrino el Arzobispo de Sevilla, aunque no sin recelos por parte del joven.
Alonso Fonseca II, el joven sobrino, no fue bien recibido en Galicia: una de las primeras medidas que tomó fue nombrar un Alcalde Mayor de Santiago al que adjudicaba funciones que hasta entonces desempeñaba el Pertiguero Mayor. La respuesta de Bernal Yáñez de Moscoso, que ostentaba el oficio entonces, no se hizo esperar: una noche, estando el Arzobispo durmiendo en la villa de Noya, entró el Pertiguero y se lo llevó por la fuerza a su fortaleza de Vimianzo. El criado del Arzobispo, testigo del suceso, relató lo siguiente, años más tarde, en el pleito Tavera-Fonseca:
Este dicho testigo vido quel dicho Bernal Dianes le dixera: Arçobispo, si bos me tubiesedes preso como vos tengo a bos, qué haríades? y el dicho señor Patriarca le respondiera que se le tubiese como él lo tenía que le cortaría la cabeça y quel dicho Bernal Dianes le dixera que no xe la haría cortar por ser prelado y lo llebara así preso a la fortaleza de Vimianço, adonde lo tubo preso mucho tiempo en ásperas prisiones, según el testigo lo oió decir.
Fortaleza de Vimianzo, donde Bernal Yáñez tuvo secuestrado al Arzobispo.
Fotografía de Pablo Bermúdez de Castro y Blasco.
Bernal Yáñez de Moscoso exigió un rescate de 500 doblas de oro, cantidad muy elevada que ni el obispo ni sus familiares podían reunir. Finalmente, los familiares del Arzobispo decidieron tomar el dinero del tesoro de la Iglesia de Santiago. Ante la oposición de los beneficiarios del Cabildo, los familiares del Arzobispo retuvieron a aquéllos en la misma fortaleza catedralicia que, según testigos de entonces, contaba con seis torres, cuatro redondas y dos cuadradas.
En cuanto se enteró Moscoso, levantó un cerco en Santiago que duró casi seis meses, al cabo de los cuales, Bernal Yáñez, que había rodeado de trincheras la Catedral se subió a la estocada, sin duda para disponerse a dar el asalto. En un descuido, se quitó la babera y, un escudero del arzobispo le disparó una flecha y le hirió muy malamente entre el cuello y el hombro. Falleció un mes después, pero el cerco continuó hasta que, el 31 de diciembre de 1466, se llegó a un acuerdo mediante el cual, Alonso de Fonseca y los Canónigos quedarían exiliados durante diez años. El exilio quedó interrumpido por el estallido de la Rebelión Irmandiña.
Datos de:
- PARDO DE GUEVARA, Eduardo: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Páginas 352-362.