GENEALOGÍA BERMÚDEZ DE CASTRO
La web de los Bermúdez de Castro

LOS REYES CATÓLICOS EN GALICIA.

 

 

        Una de las primeras medidas que tomaron los Reyes Católicos en Galicia fue la implantación de la Santa Hermandad, cuya misión era la pacificación del Reino persiguiendo los delitos más graves.

        Aunque su resolución se acordó en 1476, no se llegó a implantar en Galicia hasta 1480, cuando llegó, enviado por los Reyes Católicos, Fernando de Acuña (pincha aquí para ver su linaje) como Gobernador e Visorrey en el Reyno de Galicia para mantener nuestros pueblos en toda quietud e justicia e defender nuestros súbditos e naturales de todas opresiones o violencias (1).

        La medida fue bien recibida por el Arzobispo Fonseca quien, seguramente, esperaba recuperar el poder que se había visto tan disminuido en los últimos años. Pedro Madruga, por el contrario, como no podía ser de otra manera, rechazó cualquier imposición que viniera de los enemigos de su defendida Juana la Beltraneja. Llegó a pregonar, por toda Galicia, que todos los malfechores se fuesen para él (2).

        Fernando de Acuña llegó revestido de amplios poderes para ejercer la justicia e implantar la nueva autoridad real: tenía potestad para detener a cualquier persona que juzgase conveniente, prender por exceso o delito a cualquiera que entendiese, poner o quitar jueces y corregidores, requerir gente de guerra… (3)

        Para sorpresa de todos, la primera actuación de Fernando de Acuña fue dirigida contra la persona que más había aplaudido su llegada: el Arzobispo Fonseca. Se le exigió la inmediata entrega de la iglesia catedralicia pues desde ella se han fecho en los tiempos pasados e se fasen de cada día muchas fuerças e robos e muertes e otros delitos e males (4).

        El Arzobispo, lógicamente, se negó, y Acuña quiso tomar el pulso a nobleza gallega solicitándoles ayuda. Acudieron al llamamiento Diego de Andrade, el Conde de Monterrey, Suero Gómez de Sotomayor y, paradójicamente, Pedro Madruga, quien, probablemente, esperaba dar la puntilla final al Arzobispo. No asistieron, por su amistad con el prelado, el Conde de Lemos ni el Mariscal Pardo de Cela.

        Fonseca calibró sus posibilidades y acabó entregando, pacíficamente, la iglesia compostelana pero hizo valer los méritos contraídos en su apoyo incondicional a la Reina Isabel: en febrero de 1481 fue designado Presidente del Consejo Real, una altísima dignidad con la que los Reyes Católicos alejaron al Arzobispo de Galicia pero con una muy honrosa salida (5).

        El Mariscal Pardo de Cela y el Conde de Lemos sabían que no haber acudido al llamamiento de Acuña podía traer consecuencias. Quizá por ello el Mariscal solicitó, a finales de 1480, una carta de seguro y amparo para su persona que la Reina accedió a firmar (6).

        Sin embargo, Acuña ya tenía cercado al Mariscal en su castillo de A Frouxeira y lo mantuvo sitiado durante dos años (7).

 Ruinas del Castillo de A Frouxeira, hoy convertido en mirador.

Fotografía de: http://turismogalicianorte.com/destino-foz-a-frouseira/

 

        Al mismo tiempo, Acuña expulsó de su fortaleza al Obispo de Lugo, Alonso de Lemos (hermano del Conde de Lemos) y puso en ella un Alcaide en representación del Rey (8).

        El anciano Conde de Lemos, que rondaba ya los 80 años, lo tomó como un agravio teniendo en cuenta la fidelidad demostrada por él con la causa isabelina a la que había contribuido, incluso, con el envío de tropas a la batalla de Toro y a la campaña de Granada. No dudó en hacer valer su autoridad y recuperó la fortaleza de su hermano.

        El cariz que tomaban los acontecimientos provocó que el propio Rey Fernando tomara, personalmente, cartas en el asunto y partiera hacia Galicia para poner al Conde de Lemos en su sitio. No hizo falta: cuando el Rey estaba en Astorga, camino de Galicia, llegaron noticias de la retirada del Conde a su castillo de Cornatel donde, a los pocos días, falleció (9).

 Castillo de Cornatel, donde falleció el Conde de Lemos.

Fotografía de Pablo Bermúdez de Castro y Blasco.

 

        Uno de los posibles sucesores del Conde de Lemos, que había fallecido sin hijo varón legítimo, podía ser su yerno, el Mariscal Pardo de Cela. Fernando de Acuña, que lo tenía cercado en el castillo de A Frouxeira temía que pudiera tomar el relevo de la hegemonía gallega. Tras una sangrienta batalla, el Mariscal consiguió romper el cerco y refugiarse en Castro de Ouro (10).

 

Castillo de Castro de Ouro.

Fotografía de:

https://gl.wikipedia.org/wiki/O_Castro_de_Ouro,_Alfoz#/media/File:CasteloCastrodouro.JPG

 

        Allí, traicionado por sus sirvientes, fue apresado el 7 de diciembre de 1483. Su esposa, Isabel de Castro, partió en busca del indulto que consiguió de la Reina pero el obispo de Mondoñedo, enterado de los planes, envió a tres canónigos disfrazados que, con diversas argucias, consiguieron entretenerla en el puente que, aún hoy, se llama Ponte do Pasatempo.

 

 Ponte do Pasatempo.

Fotografía de: https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Pardo_de_Cela

 

        Isabel de Castro se percató del engaño cuando oyó las campanas de la catedral de Mondoñedo tocando a muerto. Su esposo, el Mariscal Pardo de Cela, murió decapitado el 17 de diciembre de 1483 (11). Fernando de Acuña fue cesado, probablemente por ello, tres meses después (12).

        Alejado de Galicia el Arzobispo Fonseca y fallecidos El Conde de Lemos y el Mariscal Pardo de Cela, aún quedaba un obstáculo importante para la pacificación de Galicia: Pedro Madruga. Su hijo, Álvaro Pérez de Sotomayor, se mostraba mucho más colaborador con los Reyes Católicos que su padre.

        En 1483, aprovechando que Madruga se encontraba en Portugal, su hijo Álvaro se presentó en el castillo de Sotomayor y, con el apoyo de la Corona, se apoderó del castillo.

 Castillo de Sotomayor.

Fotografía de Pablo Bermúdez de Castro y Blasco.

 

        Enterado Pedro Madruga viajó a Alba de Tormes para procurar la reconciliación y la gracia de los Reyes Católicos. Sin conseguir sus propósitos, Pedro Madruga falleció misteriosamente en 1486. Según Vasco de Aponte, unos dixeron que el Conde muriera allí (Alba de Tormes) de dos carbúnculos, otros dixeron que el Alcalde de Proiaño entrara en el Monasterio con sus porquerones y que le echara un garrote en el pescuezo; unos dixeron que fue de una manera y otros dicen que fue de otra, quizá fue de entrambas maneras (13).

        Los Reyes Católicos fueron imponiendo su autoridad sobre el reino de Galicia que tan alejado había estado de la Corona de Castilla durante el turbulento siglo XV gallego. Concluía así una etapa y comenzaba otra con una monarquía demasiado poderosa para unos y una nobleza con demasiados privilegios todavía para otros.

 

  

Datos de:

 

1.- Según la Cédula Real despachada por los Reyes Católicos el 3 de agosto de 1480 citada por PARDO DE GUEVARA, Eduardo en: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Páginas 402 y 403. También, el mismo autor, en: El Mariscal Pardo de Cela. Editorial Alvarellos. Lugo, 1981. Página 145.

 

2.- Según Vasco da Ponte. Cita recogida por PARDO DE GUEVARA, Eduardo en: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Página 401. También, el mismo autor, en: El Mariscal Pardo de Cela. Editorial Alvarellos. Lugo, 1981. Página 144.

 

3.- PARDO DE GUEVARA, Eduardo: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Página 403.

 

4.- AGS. Registro del Sello, vol. IX, 1480, fol. 134. Citado en PARDO DE GUEVARA, Eduardo: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Página 405.

 

5.- PARDO DE GUEVARA, Eduardo: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Páginas 405 y 406.

 

6.- La Transcripción de dicha carta en: PARDO DE GUEVARA, Eduardo: El Mariscal Pardo de Cela. Editorial Alvarellos. Lugo, 1981. Apéndice Nº 2.

 

7.- Ídem página 147.

 

8.- PARDO DE GUEVARA, Eduardo: Los Señores de Galicia. Fundación Pedro Barrié de la Maza. La Coruña, 2000. Página 409.

 

9.- Ídem página 410.

 

10.- PARDO DE GUEVARA, Eduardo: El Mariscal Pardo de Cela. Editorial Alvarellos. Lugo, 1981. Página 149.

 

11.- Ídem páginas 155 y 169.

 

12.- Concretamente, el 14 de marzo de 1484. Ídem página 410.

 

13.- ARMAS CASTRO, José: El ocaso de Pedro Madruga  (1480-1486). Gran Enciclopedia Gallega. Edita: Silverio Cañada. 1985. Tomo 24. Página 126.